Representantes palestinos e israelíes se reunieron este domingo en la ciudad de Aqaba, en Jordania, para tratar de restablecer la calma en los territorios palestinos tras varios días de violencia que se saldaron con decenas de muertos.
«Una reunión empezó el domingo en Aqaba, la primera de este tipo desde hace años, entre palestinos e israelíes con una participación regional e internacional para hablar de la situación en los territorios palestinos», indicó la televisión estatal jordana.
La reunión busca «reforzar la confianza» entre Israel y los palestinos y restablecer la calma en la región, indicó un responsable del gobierno jordano a la AFP bajo condición de anonimato.
El encuentro «es un paso necesario (…) para tratar de llegar a un acuerdo entre Israel y los palestinos y poner fin a la escalada de violencia», añadió.
Según fuentes cercanas, en la reunión participan el jefe de los servicios de inteligencia palestinos, Majed Faraj, el jefe del servicio de inteligencia interior israelí (Shin Beth), Ronen Bar, el coordinador del Consejo nacional de seguridad estadounidense para Medio Oriente, Brett McGurk, y responsables de seguridad jordanos y egipcios.
«La decisión de asistir a la reunión de Aqaba, pese al dolor y las masacres sufridas por el pueblo palestino, viene de una voluntad de poner fin al derramamiento de sangre», indicó el partido Fatah del presidente palestino Mahmud Abbas en Twitter.
Otras facciones palestinas, como el islamista Hamás, denunciaron la participación de la Autoridad palestina al encuentro.
El ejército israelí multiplica desde hace un año sus incursiones en el norte de Cisjordania, un territorio palestino ocupado por Israel en 1967, bastión de grupos armados palestinos.
El miércoles, las fuerzas israelíes mataron a 11 palestinos, entre ellos, a un adolescente de 16 años, según el Ministerio de Salud palestino, e hirieron de bala a más de 80 personas en una operación en Naplusa (norte). Se trata del balance más mortífero desde 2005.
La incursión del miércoles fue la última de una serie de sangrientas intervenciones de Israel en Cisjordania, se produce dos meses después de la investidura de un nuevo gobierno en Israel, considerado el más derechista de la historia del país y en el que abundan los partidarios de la mano dura con los palestinos.
En un comunicado, el grupo islamista Hamás que gobierna la Franja de Gaza, consideró «el encuentro con los sionistas como una ruptura con el consenso nacional palestino, un desprecio por la sangre de los mártires, un intento abierto de disimular los crímenes de la ocupación y una luz verde para cometer otros atropellos contra nuestro pueblo, nuestra tierra y nuestros lugares sagrados».
Desde principios de año, el conflicto ha costado la vida a 61 palestinos (tanto miembros de grupos armados como civiles, incluidos menores), a diez israelíes (un policía y nueve civiles, de los cuales, tres menores) y una ciudadana ucraniana, según un conteo de la AFP realizado a partir de fuentes oficiales israelíes y palestinas.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, viajó a Amán en enero para un poco habitual encuentro con el rey Abdalá II, que insistió en «la necesidad de mantener la calma y cesar la violencia», según dijo el palacio real.
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