Crimen de la niña en Lules: La arqueología forense ayudó a descubrir la secuencia delictiva

La tarea del Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) del Ministerio Público Fiscal de Tucumán fue trascendental con la intervención de todos sus departamentos especializados. Los restos óseos que se recuperaron fueron analizados por el área de Arqueología Forense del ECIF, corroborándose posteriormente que los mismos pertenecían a la niña.

El miércoles 12 de junio, Edgardo Caro, de 38 años y Carolina Graneros, de 40, fueron condenados a la pena de prisión perpetua por el crimen de la nena de cuatro años, en consonancia con la pretensión punitiva de la Unidad Fiscal de Homicidios I, de Pedro Gallo, quien en el debate fue secundado por la auxiliar de fiscal Julieta Molé y Juan Vilardi.

Los detalles

Ya concluido el juicio y conocidas las condenas a los dos acusados, algunos de los investigadores del Ministerio Público Fiscal que tuvieron un rol crucial para esclarecer el caso, narraron detalles de la ardua investigación que debieron realizar para llegar a la verdad.


Uno de ellos es el arqueólogo forense Alejandro Leiva, quien durante varias horas declaró como experto en el juicio en lo que fue una extensa jornada en la que expuso todos los detalles del informe del caso que había preparado durante varios meses.


“Fue una causa en la que se pudo trabajar con muchísima información. El abordaje del hecho se realizó con distintos equipos del ECIF, como Química Legal, Criminalística, Genética y el área de Arqueología, por ejemplo”, destacó el arqueólogo forense.


Sobre las tareas realizadas, contó: “Nos encontramos con dos sectores. Primero en un predio de la familia Graneros donde existía un pozo que había sido confeccionado para ser usado como letrina, en donde se armó un fogón y la niña fue quemada”


“Después, en otro lugar, bajo el puente del río Colorado en la ruta 301, en la zona de Lules, por abajo del puente se encontró un fogón, donde se podían observar desde una primera instancia restos óseos. Se realizaron estudios osteológicos (óseos humanos), petrográficos (sedimentos orgánicos e inorgánicos), en una moto que había sido secuestrada”, amplió.


“De esta manera se pudo ir creando una secuenciación delictiva de cómo ha ocurrido la formación de la escena del crimen. La arqueología procura ver lo que otros no ven, logrando tener buenos resultados en las investigaciones”, concluyó.

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